Libertad por sobre todo.
Escucha a la voz que te grita. No la escuchas, ¿por qué no la escuchas? Te dice algo simple: déjame crecer, déjame ser. Déjalo ser. Su camino está dibujando entradas y salidas, ramas y líneas. No tambalees en tu decisión. Sé claro y conciso. Sé objetivo y abstracto (ambas a la vez). No juegues a ser mi prisionero que quiero salir. Soy una animal en busca de libertad, soy un animal salvaje.
Mira la sangre que veo correr. Mis venas expresan todo y mis ojos dicen mucho. Mi voz no tiene voz por tu causa de encerramiento que me aferra a la soledad y a la locura. Mátalos, dice, pero mátame primero a mi. Ese, mi deseo, está pendiendo en un hilo; pues cada vez mi bipolaridad se vuelve más angosta y no puedo caminar más en el camino trazado. ¡No juegues más conmigo que quiero libertad! ¡No juegues!, que me verás atada en un precipicio hasta verme caer...y morir.
Mátalos todos y cada uno de ellos, pero primero mátame a mi. Que sufran como me hacen sufrir a mi.
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