Yacemos quietos en un viaje.
Yo me saco los zapatos,
me pongo cómoda.
Vos me mirás
mientras mi comodidad me desnuda.
Me sentás en aquél rincón en el que yace nuestro amor.
Me mirás con esos ojos llenos de recuerdos y de cristales
que ningún oro puede comprar; sólo los sentimientos.
¡Hey! Mi corazón pide un par de ojos como los tuyos.
Y es así, pues, que te miro y me lo das.
Momentos de serenidad pasan volando,
como gaviotas enternecidas por el viento.
No aguantamos más...
Y sentimos nuestros corazones latir...tan rapidamente.
De repente sentimos un intercambio fuerte
de canciones entre nuestros labios.
Gozan de placer...gozan de nuestra relación.
Nuestros pensamientos desnudan nuestros cuerpos.
Y la ocasión nos da una chance para ser uno.
Las vela nos rodean,
crando una especie de protección,
dándonos un mundo de calor y erotismo.
¡Sí! Ya lo dije, erotismo.
Salió, finalmente, de mi boca.
Como un escupitajo.
Pero salió.
Y debo terminar este momento imaginativo
diciendo que me debes tantas escenas como estas.
Y que te las voy a cobrar con intereses...
Te amo, te extraño y te deseo.
Somos y seremos perfectos el uno para el otro.
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