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miércoles, 10 de octubre de 2007

¿Quién me mando a estar en este mundo?

Me insertaría en ustedes, señores. Pues su mundo -fantasía, sana, pura- no deja de sorprenderme. Porque en cada rincón existe una letra que forma una palabra que forma una oración que forma una idea que me asombra. Si pudiera, me iría de este mundo cuando quisiera y eligiría el lugar y el tiempo. No. El tiempo, no. El tiempo es un defecto, como la libertad. Una vez que la conseguís, no sabes qué hacer con ella. Lo difícil no es llegar a ella, lo difícil es saber qué hacer cuando la obtenemos. El tiempo es relativo. El tiempo es oro, como dirán algunos. El tiempo...el tiempo...el tiempo. El tiempo, como bien tamibén dicen, cura las heridas. El tiempo, no para. El último es cierto, Pero que dicen que el tiempo cura todo, es mentira. Porque cada uno de nosotros, seres totalmente racionales -hasta ciertos casos/puntos-, es decir, pensamos, conocemos, captamos mediante nuestros sentidos. Al captar las cosas, emociones y también objetos materiales, tenemos algo llamado memoria que no nos deja olvidar. Es como la computadora. Una vez que le instalás algo...Lo fascinante es ver cómo formateamos los aparatos, cómo cada recuerdo se va borrando. Es cuando el nuevo inicio comienza. Otro diferente, pero inicio al fin. Me recuerda a algo que solemos padecerlo al término del último respiro de nuestra vida. Sin embargo, los cuentos nunca dicen eso: los cuentos fantásticos terminan con un "y vivieron felices para siempre...". Patético. Nadie vive feliz para siempre, ni tampoco todo el tiempo. Por eso es que el tiempoes relativo. Por eso es que los libros nunca cambian sus letras y significados. Se quedan asi -como las mismas historias- coleccionando horas, taciturnos, dejando que el polvo los tape y tape su hermosura, llenándose de telarañas, llenandose de otro día más...viendo las lunas pasar, los soles. Pero, ¿estarán felices?. Yo lo estaría, si por un momento, pudiera escaparme del mundo y quedarme un minuto tranquila, sin pensar en cualquier obligación o responsabilidad. Sólo mirando. Sólo soñando. Y al cerrar los ojos ver la nada. Pero no. Al cerrar los ojos, abrís otros en los que ves golpes, ataduras, desilusiones, alguna que otras veces felicidad...emociones en sí. Yo sólo quiero quedarme, un minuto, por un minuto, tranquila. Tengo la libertad. Nadie me priva de hacer nada. Pero me acostumbraron así. No tengo el mundo que sueño, no tengo tranquilidad, no tengo escape, no tengo un momento. Tengo un mundo material, tratando de luchar por tantas cosas, hasta que las tiene. ¿Y entonces...? ¿Entonces, después de eso, qué se hace? ¿Nada? Se empezará a buscar algo más que hacer. Por eso es que la vida ni el hombre, son perfectos. Siempre hay algo por perfeccionar. Pero cuando el momento de mi último respiro llegue, ahora creo, que estaré complacida de haber vivido ese tiempo y que me espera algo más por iniciar. Sólo espero no despertar en un mundo como este.