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martes, 28 de abril de 2009

Una vez más...


Oh, dulce dolor enséñame
cómo hacerlo,
guíame.
¿Debo hacerlo más fuerte,
o debo detenerme?

Oh, corazón,
¿por qué no me dejas vivir en paz?
Oh, manos lúgubres,
víctimas de la verdad
-causa de su dolor-,
escucho sus gritos de piedad:
"¡No más!¡No más marcas!
¡¡¡Por favor!!!".

No puedo detenerme;
duele,
pero no puedo dejarlo.
Me deja tranquila, serena,
luego de tanta decepción
y locura.

Oh, dulce amor,
¿dónde estás?
Vida mía,
contesta este llamado de auxilio.
Contesta...
por favor.